Oramos en el Nombre del Señor Jesús y Dios responde
2. Versículo
para memorizar:
«Si permanecéis en mí, y mis palabras
permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho» (Juan
15:7).
3. Reflexión en
la Palabra de Dios:
Nuestro Señor Jesús nos prometió que si
pedíamos al Padre en Su Nombre, como Hijo, veríamos oportunas respuestas a
nuestras oraciones (Juan 14:14). Lo más probable es que haya quienes tomen esta
promesa como algo figurado y no literal.
Recordemos que nuestro amado Salvador reafirmó ese anuncio en otras dos
ocasiones, como leemos en Juan 15:16 y Juan 16:23.
Pero algo más, le invito a considerar lo
que dice el Señor Jesús: «Si permanecéis en mí,
y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será
hecho» (Juan 15:7).
Ahora, es evidente que todo cuanto pedimos debe estar en la voluntad del Padre,
pero también queda claro que quizá no estamos pidiendo apropiadamente, que
debemos pedir en el Nombre de Jesús, como Él mismo nos lo enseñó. El mismo
apóstol Juan escribió: «Y esta es la
confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad,
él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos
que tenemos las peticiones que le hayamos hecho» (1 Juan 5:14-15).
Por favor, tenga en cuenta una vez más: oramos pero reclamando que—cuanto
pedimos—esté en la voluntad de Dios, y en segundo lugar, tener la certeza de
que—si es en la voluntad de Dios--, lo que pedimos ya está hecho en la dimensión espiritual y debe manifestarse ahora en la dimensión física. La
pregunta que con frecuencia, y al leer estos textos, nos formulamos es: ¿Por
qué en el Nombre de Jesús? Y la respuesta es sencilla: Porque Jesús reafirmaba
su Nombre y la validez de Su obra delante del Padre. Somos sus discípulos, e
hijos de Dios por la obra que Él hizo. Y Él la dice al Padre: “Padre, mira
lo que está pidiendo uno de tus hijos”. Su papel es esencial porque Él,
nuestro amado Jesús, intercede por nosotros.
Permítame insistir en algo: el Señor Jesús fue enfático en explicar que, como
sus discípulos, recibiremos de Él. Es un versículo que no podemos pasar por
alto: “No me elegisteis
vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis
y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que
pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé. ”(Juan 15:16)
¿Usted es consciente que es un solado de Jesús, que en su condición de
discípulo le sigue a Él? Si es así, resulta apenas natural que –si pedimos
algo, en Su voluntad--, recibiremos. Él no dejó muy claro cuando dijo: “En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo,
que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora
nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea
cumplido. ” (Juan 16:23, 24)
Es una certeza inamovible la que debe acompañarnos: No hemos pedido todavía
algo grande al Padre, pero además, si pedimos en el Nombre de Jesús,
recibiremos.
Piense por un instante en el padre que ama a su hijo, y si ese hijo intercede
por un amigo—quizá del barrio o de la escuela—y usted sabe que es buen chico,
¿no le ayudaría? Dios el Padre responde a las peticiones que elevemos en Su
Presencia, en Nombre de Su Hijo Jesús.
--Fernando Alexis Jiménez--
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